El mestizo: Una novela corta en el universo de La Orden by Kasia Bacon

autor:Kasia Bacon [Bacon, Kasia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Antologías y colecciones LGBTQ+, LGTBIQA+, LGBTIQA+, gay, Bisexual, romance, fantasía y magia
ISBN: 9781690096566
editor: The Order Universe
publicado: 2019-09-11T23:00:00+00:00

Al amanecer, fui a buscar a Hélk, el hyoshie de mi escuadrón. A pesar de ser un cabrón malhumorado, era tan buen arquero como mi padre. De hecho, ambos habían servido juntos durante una temporada. Y, gracias a esa relación, tendía a marearme más que al resto de reclutas.

Cuando me vio asomar la cabeza en su tienda, me miró con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa ahora, Morryés? No me digas que has vuelto a clavarle a alguien una flecha en el culo a cincuenta pasos de distancia solo para divertirte.

Me erguí con toda la dignidad que pude reunir. Eso solo había pasado un par de veces. Una, porque me habían retado a ello; y la otra, por una apuesta. Si me había divertido, o no, no era la cuestión; era mi honor lo que había estado en juego. Bueno, eso y cinco monedas de plata.

—Fueron al menos sesenta pasos, señor. —Me encogí de hombros, pero al ver su expresión seria, rápidamente añadí—: Y no, no estoy aquí por eso. La cosa es que… quiero entrar en los Exploradores.

Me miró como si me acabaran de salir branquias.

—¿Los Exploradores? ¿De qué cojones estás hablando? ¿Qué ha pasado con la Guardia de la Reina?

—Nada, que yo sepa. Estoy seguro de que seguirán cosechando éxitos sin mí —dije, manteniendo el tono firme.

—¿Eres idiota? ¿Qué dirá tu padre?

—Pues espero que un: «buena suerte, hijo». Porque no es asunto suyo, señor. Es mi decisión.

Cogió aire entre dientes, en obvia desaprobación.

—No tengo tiempo para tu crisis de personalidad, Morryés.

—Es una decisión meditada, señor. No algo repentino.

No, no era repentino en absoluto. Ocho horas tenía ya tan pensada decisión.

Negó con la cabeza, pero debió de ver algo en mis ojos que le convenció de que iba en serio.

—Si lo dices de verdad, hay mucho que hacer, Morryés. Este año solo quieren tres arqueros, los mejores del país. Buscan excelencia y nada menos que excelencia.

Asentí.

—Lo entiendo. ¿Cuánto queda para las pruebas?

—Seis meses.

—¿Me ayudará a entrenar, señor? —pregunté.

Ladeó la cabeza, estudiándome durante un rato. Quizá estaba sopesando mis posibilidades o pensando en el prestigio que le daría a él y a su unidad si yo, como aprendiz de su escuadrón, conseguía entrar en los Exploradores.

—Necesitamos centrarnos en tu precisión. Eres bueno, pero tu tiro a larga distancia sigue siendo una mierda. Lo único que les importa es que seas un tirador espectacular. Espectacular, ¿me sigues?

Entusiasmado, respiré hondo.

—Sí, señor.

Me clavó la mirada.

—Incluiré tu nombre en las pruebas, Morryés. Pero déjame que te advierta una cosa: no me jodas. Si no entras, yo mismo te lanzaré una flecha directa al culo desde unos cien pasos de distancia. Y lo haré de tal forma, que te la colaré hasta el fondo, ¿nos entendemos?

—Sí, señor —repetí y sonreí. Era consciente de que lo decía muy en serio.

El deseo de mantener mi culo de una pieza hubiera sido motivación suficiente. Sin embargo, todo parecía una nimiedad comparado con ver la aprobación en unos ojos celestes, tan azules y atípicos como los cristales que podían encontrarse en mi hogar.

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